Poemas Grito de Mujer 2015 Jaén
Lola
Fontecha
Gritemos
Basta, El Mundo, Tú Y Yo
Grito
angustiado,
desgarrador
por lacra resultante,
secuelas
que abren paso a viejas heridas.
Impotencia
mal parida
en
sufrimiento engendrado.
Llanto
de niño ensordecedor,
liderando
batalla entre nubes de algodón.
Imaginación
apantallada
por
lluvia pintada a sangre,
sin
vistas al exterior…
Existencia
apuntalada con golpes certeros
a
dignidad agónica.
Renuncia
al ser,
abandono
potenciado desde el llanto…
Miseria,
dolor,
quebranto…
Pataleta
empática
que
aporrea la sien.
Incomprensión
que adolece de entendimiento…
Puño
preparado,
insulto
en boca,
oídos
acerados para no escuchar.
Piel
maquillada,
espejo
enmohecido
que
tragó el reflejo de tu cara
y
ya… no quieres ver regresar.
No,
gritemos
basta…,
el
mundo,
tú
y yo.
Avancemos
en mar
hacia
nunca jamás.
Tus
ojos merecen vida
y
el sol cada día,
debe
volver a brillar.
Lucía
De La Chica Reyes
A
Ella
A
ella quien la vida te da
quien
te lleva en su entrañas
a
quien los nueve meses
tu
le das patadas
A
ella quien vivir la vida te enseña
quien
te cuida y protege
a
quien como una fiera
con
sus garras, a sus hijos defiende
A
ella quien poco a poco
el
camino te guía
para
que no cometas ningún error
solo
ella te defiende porque eres su misma sangre
¿Cómo
no honrar a mi Dios
una
vez mas en la vida
si
entre sus muchos tesoros
me
dio a mi madre querida?
Si
aún tienes a tu madre
cuídala
por favor
pues
no hay nadie en este mundo
que
sea de más valor
No
hay otro amor en la vida
que
al de ella se compare
es
el cariño sincero
propio
de la buena madre
dulce,
tierno y sin reservas
una
fuente inagotable
no
tiene precio en la tierra,
su
valor es incalculable.
MARÍA
DOLORES LORITE
FELICIDAD
Volaba.
Volaba
bien alto,
Libre
se sentía,
Vivía
sin resalto.
Lucía
se fue
Dejando
fuera
Todo
lo malo
Vivía
feliz,
Sin
manos en lo alto.
Por
fin vivía,
Sin
órdenes ni mandatos,
Iba
y venía
Sin
órdenes,
Sin
acatos.
Reía
ilusionada,
Hablar
al fin podía
Más
no contaba sus penas
Si
no sus nuevas alegrías.
Manuel
Ortas Castilla
Tríptico
Antiguo
Lamento
Años
hace que bebí de la cruel ponzoña,
veneno
impío que hiela el alma.
Tierra
cruel donde reina la desidia,
quietud
mortal que acompasa el aire,
negra
patria de amaneceres fríos
que
iluminan débilmente
los
páramos baldíos.
Distante
luz de la mañana
sórdido
cementerio de deseos,
de
anhelos perdidos y sueños rotos.
Dime
si no hay un fiero paladín
que
guíe mis torpes pasos
al
encuentro de una nueva aurora.
Epitafio
Diosa
de mis sueños
cuándo
perdiste el rumbo de tu vida,
qué
vil rufián te engañó
despojándote
de tu inocencia,
de
tu evanescente sonrisa,
del
brillo eterno de tus ojos.
Quién
fue el malvado ser
que
perforó tu esencia,
arrojando
al lodo del arroyo
los
despojos de tu alma ennegrecida.
Déjame
que te sepulte entre el silencio
del
olvido que nada cura,
entre
el viento que aleja los demonios
y
encuentres por fin, la paz de los caídos.
Profecía
Dicen
que está escrito con la sangre
de
mil vírgenes vestales;
que
él llegará, porque existe,
como
existen los lirios salvajes
y
las amapolas en los campos.
Llegará
en el oscuro otoño,
en
el silencio del invierno,
en
el calor distante del verano,
cuando
la piel saluda agrietada al sol.
Llegará
con su corcel negro,
con
su afilada espada
dispuesto
a enterrarla
incluso
en carne amiga.
Llegará
para acallar rumores,
para
ahogar suspiros,
para
sembrar la muerte en los recuerdos
que
atormentan las noches depresivas.
Llegará
para inundar de luz el mundo
y
el amor volverá a reinar
de
nuevo en primavera.
María
Gila Justicia
Sobrevuelo
Sobrevuelo
por
los mares de mi techo,
me
sumerjo en silencio
a
tu añoranza,
amor.
Me
enveneno
con
tu nombre en mi recuerdo
sobre
los labios rojos
y
en las copas de mi pecho
me
encadeno
a
mi verdugo y atravieso
las
sílabas mudas
que
te presto.
Ataco
a
mi nombre,
a
mi secreto,
a
mi mar,
a
mi sustento,
a
mi propio corazón.
Temo
a
la evidencia tan certera
que
me niega y me sumerge
a
la fusta de tus lágrimas.
Bogo
hacia Saturno.
He
tirado hasta el anillo
y,
abrazada a mi canoa,
remo
hacia otro puerto más libre.
Por
fin yo.
Miguel
Ángel Cañada
Se hizo llamar libre naciendo
atada a su suelo,
encadenada a la muerte,
al dolor espino que hacía
sangrar su piel.
Era néctar de la paradoja,
dulce y amarga;
veneno sublime que avanza
en un camino sin control,
dictando llantos y sonrisas
en el absurdo mundo de su existencia.
Encerrada en su cuarto
la piel de su ventana se encogía
en su desgracia, y allí
lentamente, ardía su alma
frente al espejo.
Morada la cara,
la mente perpleja,
la voz...satinada
Lentamente ardía su vida,
su perfume, el miedo;
su música, el llanto;
su pasión... una bofetada.
Lentamente sus sueños volaban,
su esperanza, la muerte
su pecado, ese día...
la sopa estaba un poco salada.
Rocío
Biedma
Sombra
de un epitafio
(Algunas
veces, cuando el sufrimiento es ya insoportable
y
nos fallan las fuerzas, entonces, deseamos morir.
Este
poema es la voz de una víctima
que
viene a contar a su maltratador
lo
que sentía cuando estaba viva)
Hace
frío. Todo el fluir de la vida
rezuma
al otro lado del silencio,
y
vengo a contarte lo que hiciste con mi vida
mientras
divago en el limbo de los muertos:
Tu
sombra gris que a mi lado viene a echarse
es
la misma que más tarde me golpea,
me
atiborra de miedos los bolsillos
y
me cose y me descose las heridas, cada tarde.
El
color de ti,
da
escalofríos. Eternamente opaco
se
diluye en la ignorancia
y
mancha sin perdón tu quebradiza calavera
que
pasa a ser hedor, ruina, plagio.
Acechas
con tus pulsos florecidos,
que
subyugan pisadas
por
los negros obeliscos del despecho,
fustigando
y amordazando tus propios anhelos.
Y
te miras en mí
como
en un espejo lacerado y roto.
El
ayer se precipita donde se perpetúan los signos
descubriendo
tu lúgubre mirada calcinada,
mientras
amenaza desatarse
el
ramillete de odios amarillos
y
se derrama el agua del mohoso jarrón del desconcierto.
Cada
mañana
siento
cansancios en mis horas desteñidas.
Tantos
años ensamblados
y
mi mirada expatriada en una viudez precoz.
Hay
un magma de suspiros afincado en mi pecho.
Las
luciérnagas de mi pelo se estremecen,
cada
vez que barruntan
la
osadía de tus manos insensibles.
El
brillo de mi piel
arrinconado
en un suburbio de urgencias.
Una
trinchera mustia cavada con las manos.
Mi
voz pretérita arrojada en una cuneta tenebrosa.
Un
dique de sollozos contenidos en las sienes.
La
huida de una ternura sin retorno.
Aquella
foto de la boda
escondida
en el cajón de los no recuerdos,
con
candado enmohecido,
que
abre brechas en el corazón.
Tu
nombre en el buzón,
taladrando
quejidos en mi iris contenido.
La
llave incandescente entrando en la cerradura,
que
estrangula con espasmos
el
tiempo feroz de tus pasos fúnebres.
El
vértigo de mi alma crepitando en los abismos,
donde
la soledad se parte en dos mitades.
Y
por la oquedad de las horas,
la
luna detrás de la luna,
desciendo
en tu presencia a las estancias del silencio
del
negro acantilado.
Y
me detengo en el añejo laberinto de los gestos,
rendida
entre cenizas meditabundas.
El
sueño es la única recompensa.
La
muerte es mi único triunfo.
Más
tarde me despierto en otro sitio.
Tu
sombra ya no yace entre mis cosas.
Por
fin he llegado a casa.
Rosario
Sabariego
Candil
Fue
la luz de un viejo candil
la
que iluminaba los restos de aquella lágrima
que
con tristeza muda caía en la alfombra.
La
misma luz que otras veces
había
encendido aquel rincón secuestrado ahora
por
las palabras…
Fue
la luz de un viejo candil
la
que avivaba los ángulos de la casa
que
esperaba silenciosa
el
regreso de las caricias,
del
respeto no prestado.
Y
la misma luz de un viejo candil fue…
la
que acabó apagándose como la llama
que
se extingue en el desierto.
Sonia
Jiménez Tirado
Dejadme
Gritar
A
todas esas mujeres que eternamente callan y a los hombres que se
silencian.
©Sonia
J. Tirado
Dejadme
gritar hasta que mi piel se calle,
quiero
levantar la voz
y
darle un impulso a mi alma,
que
se eleve alto,
donde
nada pueda alcanzarla.
En esta manifestación de sueños y palabras que constantemente callan,
que se silencian para no herir,
En esta manifestación de sueños y palabras que constantemente callan,
que se silencian para no herir,
voy
a apartar el velo
dejando
todo al descubierto
y
salir para siempre de la cueva oscura que me atrapa.
Debajo de mí, el suelo tiembla,
Debajo de mí, el suelo tiembla,
incontrolado
como el aire que me revuelve el pelo,
la
lluvia encrespada azota mi cara,
se
desata la tormenta que tanto tiempo permaneció en calma.
Sin el más mínimo rastro de calor procedente de ninguna parte,
Sin el más mínimo rastro de calor procedente de ninguna parte,
me
hielo.
Terriblemente
sobrecogida,
porque
ya no encuentro nada capaz de causar en mí
ni
el más insignificante de los impactos.
Contra
el hielo,
todo
se rompe,
todo
resbala,
todo
rehuye,
todo
se pierde.
A
la vez delicado
también
como el hielo,
que
tiende a desaparecer,
a
fundirse,
y
una vez fundido
a
evaporarse.
Por eso, ahora que recuperé mi voz,
Por eso, ahora que recuperé mi voz,
dejadme
gritar,
que no en todo estoy de acuerdo,
que me hieres con sólo no mirarme,
que siento,
que aún conservo mi voluntad,
y que sigo existiendo,
que soy yo y estoy,
que no en todo estoy de acuerdo,
que me hieres con sólo no mirarme,
que siento,
que aún conservo mi voluntad,
y que sigo existiendo,
que soy yo y estoy,
además
de ti,
que a veces, el coraje me desboca
que otras, la fe me traiciona
y que a la vez,
todas esas cosas me impiden callarme:
DEJADME GRITAR
que a veces, el coraje me desboca
que otras, la fe me traiciona
y que a la vez,
todas esas cosas me impiden callarme:
DEJADME GRITAR
Alonso
De Molina
Las
Cosechas Del Miedo
(Cada
18 segundos una mujer es maltratada en el mundo,
según
datos de Naciones Unidas.
Y
al menos una de cada cinco
es
víctima de malos tratos
en su propio hogar,
según
la OMS).
No creía en la suerte;
despojada de sueños, sin hadas ni madrinas,
descendió de la fábula donde habitan las niñas,
aquel espacio en que volaban incautos los amores
ceñidos con viveza al fuego de los dedos.
Un día tropezó en la bañera, dijo,
pero en su extremo firme, insistiendo en la llama,
ofreció la quimera como bálsamo;
sin compartir su velo y su dolor
clavó su savia al tronco de una angustiosa cruz;
sin paraíso, ese cabo suelto en su vida,
albergaba esperanzas creyendo en él un cambio.
Tal que un cielo vencido por relámpagos
su paso encadenado ansiaba el verde de la hierba,
en tanto un equipaje detallado con gritos
persistía en el ángulo muerto de su esperanza;
como una página apocada e incierta
su sombra es una mancha de sangre
que recorre las calles.
Sumergida en la falla quebrada del amor,
cegada en sus promesas, difería los años;
recuerdo esa mirada sobrepuesta a la herida,
la cara y su reverso en el espacio inerte
de haber sentido amor
con la sola ambición de amar;
adobada en cristales, como la sal curtida,
las cosechas del miedo
olvidaron las últimas caricias.
Ana
María Serrano Piedra
A
Ti Madre
A
mi madre, Ana Piedra Serrano, que subió
al
cielo un 29 de octubre de 2014, de su hija.
Madre,
que
supiste durante tu vida darme tu cariño
con
sólo una mirada, y que te entregaste a mí en cuerpo y alma.
Madre,
que
tu pulso en tu lecho de muerte lo tuve entre mis manos,
apretándote
fuerte con las mías.
Madre,
que
me supiste dar el calor en mi ser, en los momentos más duros,
y
que nunca me abandonaste a pesar de tu dolor.
Madre,
que
caminabas en la vida junto a mí, y que la negra noche,
de
la madrugada fría te separó de mí.
Madre,
que
ahora me dejas sola y desamparada, cuando empezaba
a
latir mi corazón, después de la tormenta amarga, en medio de la
oscuridad.
Madre,
que
desde el momento en que nací, siempre me cuidaste y amaste
a
pesar de tu sufrimiento a lo largo de tu caminar penoso en la vida.
Madre,
ahora
el llanto y la pena, se han apoderado de mí, en tu partida de
este
mundo y tu alma descansa en paz, allá, en el cielo junto con todos
los Ángeles.
Madre,
de
piel tersa y suave, como de terciopelo y brillo en tus ojos negros de
azabache,
de
porte y clase en tu saber estar, mujer ejemplar.
Madre,
te
pido que no me abandones y que me des fuerza y aliento desde allá
arriba,
porque,
ahora, se me ha caído a plomo el corazón en lo más profundo roto.
Madre,
en
el silencio y en la noche oscura, un desgarrador llanto me dejó sin
respiración
al
llorarte en tu partida.
Madre,
¿por
qué tú?...tu que eras mi consuelo y amparo en este mundo, mi apoyo
y aliento,
mi
cariño y refugio.
Madre,
desde
el cielo, desde lo más alto, te pido que me arropes y me des tu
bendición.
Madre,
a
ti madre, que estuviste siempre a mi lado toda tu vida y yo junto a
la tuya, para lo bueno y lo malo.
Madre,
siempre te llevaré en lo más hondo de mi corazón.
Madre…
Claudia
I. Sánchez Pérez.
Los
Ruegos De La Flor
Respeta
mi reflexión
mi
silencio
mi
vitalidad.
No
me agredas
con
tu voz guía
ni
con tus falaces evidencias.
No
fuerces mis hojas delicadas
No
me desvíes las ramas a tu capricho
Pódame
sólo los tallos necrosados
No
me rompas las yemas.
¡Ay
de mis raíces!
No
las remuevas con tu rastrillo punzante.
Mima
mi tronco
Acepta
mi libertad
Acaricia
mis pétalos
Y
goza de mis flores.
Elena
Rueda Cañuelo
Reflexiones
en voz alta
No
hemos nacido para ser esclavas,
sino
para ser libres
N0
hemos nacido para ser inferiores,
sino
para ser iguales
Iguales
en dignidad y en esencia,
en
derechos y en obligaciones.
No
hemos nacido para obedecer,
sino
para compartir
No
hemos nacido para temer,
sino
para amar
No
hemos nacido para morir
sino
para vivir.
En
lo nuestro no hay amor
solo
violencia y malos tratos
cometí
un error
debí
haber salido de éste infierno
la
primera vez que fui golpeada,
ofendida
y humillada.
Las
oportunidades no sirven para nada
fui
cobarde y tú…poco hombre.
¡Ya
no puedo más!
Son
ya demasiados los malos tratos
¡Quiero
salir del pozo!
¡Ver
la luz!
Pero
no sé cómo salir…
nadie
me cree, nadie quiere ayudarme
debí
de haber llamado a más puertas,
¡Qué
cobarde que fui!
No
vas a cambiar,
quiero
separarme de ti
no
verte nunca más.
Las
mujeres no solo estamos para lo que creen:
Para
el cuidado de los hijos,
la
realización de las tareas de la casa
y
ser esposas sumisas y obedientes.
¡Vamos
a gritar para que el mundo
sea
más justo, más igual, más libre
que
haya más convivencia, AMOR y PAZ!
Encarnación
Sánchez Arenas
A
La Existencia De Las Mujeres De Mi Vida
Mujer
Con
el dolor tan humano de tu parto
Invade
e inunda el dolor de mi rencor.
Madre
Con
el apoyo de tu autogestión
Soporto
los aconteceres de un anonimato
Que
no cede al chantaje de las extravagancias.
Hermana
Con
el diálogo de tus palabras
Lloro
la desolación que me provocan los demás.
Profesora
Con
el discurso de tu trayecto
Se
encuentra un tempo musical a destiempo
Con
un tiempo vocacional y literario.
Amiga
Con
tu apoyo momentáneo y concreto
No
me abruma el futuro
Que
debe acontecer según cada minuto.
Sois
todas mujeres que buscan un avatar colectivo,
Un
acontecimiento solidario, una asociación
Que
nos una y nos haga luchar limando las aristas psicológicas y
personales que hemos vivido.
Eufrasio
Navarro Fernández
Mujer
de Oriente Medio
Un
cabello
al
viento
un
pañuelo
prieto
luces
en
los
pensamientos
amor
en
el
sentimiento.
Oriente
medio,
una
mujer
llora
pasea
el
aire
una
rosa
con
el
vaho
de
tus
lagrimas
y
el
llanto
hace
una
pausa
para
oler
el
silencio,
judía
o
palestina,
maltratada
en
oriente
medio.
Forajidos
en
cruzadas
llegan
a
la
tierra
de
mujeres
hartas
de
tanta
violencia
mujer
palestina,
mujer
judía
mujeres
en
rebeldía.
Escaparate
en
la
moral
del
credo
mujer
de
alta
solvencia..,
por
eso
os
matan,
es
por
ello,
que
tu
tempestad
es
la
elocuencia
y la
equidad,
tu
destello
Condición
humana
son
los
machos
y
las
hembras;
mientras
tu
pares
mujer
el
hombre
emplea
la
fuerza,
que
se
revela
con
torpeza
por
la
igualdad,
que
no
entiende.
Mujer
de
oriente
medio
¿Que
realidad
representas?
Con
tus
túnicas
o
tus
velos
con
la
luz
de
los
destellos.
Mª
Inmaculada Martínez Romero
Por
Tí Mujer
Cariño
¿me quieres?
¡Te
quiero!
Mi
amor ¿me amas?
¡Mucho!
Pero..
¿cuánto me amas?
¡Hasta
el infinito!
Mujer
¿dónde vas?
Hoy
salimos amor
Bájate
el largo de la falda, ¡ya!
Así
no me acompañarás
Cariño
¿no me encuentras guapa?
Como
una furcia te veo, nada más.
Cariño,
así estoy bien.
No,
hoy no me avergonzarás
Así
te miran todos los hombres
No
te lo diré más.
Hoy
saldré solo
Y
en casa te quedarás
Luego
no me digas que vengo borracho
O
caro lo pagarás
Tú
te quedas con los niños
Que
tres son ya…
Y
después despierta me esperarás.
No
bebas mucho cariño mío
Que
a nuestros niños al regreso asustarás
Si
viene mi amor temprano
Mañana
un buen día será
Y
si Dios lo quiere poco a poco mejorará.
La
mujer que ama se hace ilusiones
Y
después se desengañará
Mujer,
ante una realidad así
Callada
no te has de quedar
Reza,
pero también denuncia
¡Porque
con tu maltratador
No
te has de quedar!
José
Martínez Calabria
Decir
Mujer…
Tres regalos de la vida:
Tres regalos de la vida:
madre,
novia y esposa.
Tres
velas en mi barca:
madre,
novia y esposa.
Tres
palabras sagradas:
madre,
novia, esposa.
1
Decir mujer es decir MADRE,
Decir mujer es decir MADRE,
la
palabra más bella que pronunciarse puede.
A
mis labios viene como pájaro amigo,
evocando
aromas de mi alejada infancia:
Manos tibias de azuladas venas,
Manos tibias de azuladas venas,
de
cerezas rojas y jazmines blancos
sobre
mi frente volaban como pájaros
mimando
mi piel hambrienta de caricias.
Ella encendía mi alegría de niño
Ella encendía mi alegría de niño
y
su voz transparente espantaba mis miedos.
Entre
juegos y risas, arroyuelos de besos
que
sabían a miel y pan bendito.
Aquel Por la señal de cada noche,
Aquel Por la señal de cada noche,
entre
mis sábanas blancas e inocentes;
y
la tierna nana que cerraba mis párpados
dejando
escritas en mis muros interiores
palabras
nuevas de amor y de vida,
que
ella inventaba para mi.
¡Ay…!
Aquella siembra suya, cotidiana y sagrada,
que
con tanto amor me hizo en la albura del alma.
Cuando quise ser hombre,
Cuando quise ser hombre,
su
sabio consejo mostrando el camino,
su
indulgencia sin límites, su generosa entrega.
Aquel saber estar, como de reina,
Aquel saber estar, como de reina,
su
serena mirada. Su sonrisa de miel. Su ejemplo.
Era
todo bondad y en su inmenso corazón
todos
cabíamos, nadie sobraba.
Refugio,
maestra, confidente y amante, todo estaba en ella.
¡Mi
mundo era ella!
2
Decir
mujer, es decir NOVIA,
preciosa
palabra, rosa blanca temprana
de
mi jardín primicia. Crisálida en espera,
gentil
promesa del amor alado, del amor adulto,
del
recio amor, como esculpido en roca.
Hechizo
del amor soñado entre los pulsos
firmes
del impaciente corazón adolescente.
La novia es el amor que nos invade,
La novia es el amor que nos invade,
desde
siempre anhelado, para siempre jurado.
Tal
su fuerza y tal mi devoción por ella
que
sólo verla mi corazón se turba y me delata:
temblor
de piernas, estómago con mariposas...
Noviazgo es compromiso y ofrenda,
Noviazgo es compromiso y ofrenda,
brazadas
de ilusión, manojo de proyectos,
“locura”
imparable que crece y se agiganta,
que
nos desborda el corazón y bebe
en
las fuentes limpias del sentimiento puro.
La
impaciencia de amantes que mueren de sed
chapotea
en el charco de los besos furtivos.
Se
sueñan, se buscan, se beben, se abrazan,
se
tienen, se aprietan, se adoran, se besan.
Y
mirando a los ojos preguntan
--¿Me
quieres, mi amor?
--Más
que a mi vida, le responde el otro—
Y
se van de la mano calle abajo,
en
busca de la vida, a pecho descubierto,
sin
esperar a nadie, sin temor de nada,
porque
ellos lo llevan todo ya.
Esperan
que la maravilla de su amor
guarde
siempre el tesoro de su felicidad.
3
3
Decir
mujer es decir ESPOSA,
fiel
compañera que de mi mano anda,
corazón
con corazón y al mismo paso,
el
áspero camino de la vida. Andar
y
más andar. Andar sin tregua y dar.
En
sus manos vacías lleva sus señales:
donación,
entrega y sacrificio.
Mirándome a los ojos me besa el alma
Mirándome a los ojos me besa el alma
y
hemos aprendido a no ser dos sino uno solo.
Sereno
timonel del barco que nos lleva,
sobre
las alas blancas de “estelas en la mar”.
Lumbre
de mi hogar, luz en mi senda,
dispensadora
del pan y de los besos,
granero
de ternura, de mi huerta la lluvia,
hoguera
de mis noches, estrella en mi camino
recio
amor que crece y se hace roca.
Juntos
cantamos alegres a la vida.
y,
cuando toca, también lloramos juntos.
Con
dolor y alegría, de nuestro amor nacieron
seis
granos de oro que son nuestro estandarte,
precioso
fruto de los sueños plantados
en
aquellos surcos de primavera y esperanza.
Y
esa mies, de tu sangre y de mi sangre cosechada,
será
nuestra baza, nuestra bandera tremolando al viento,
cuando
a rendir cuentas nos llamen allí arriba.
Nada hay en el mundo que compararse pueda
Nada hay en el mundo que compararse pueda
con
tu amor sencillo, con tu amor profundo
que
todo lo abarca, que todo lo fecunda y vivifica.
con
tu amor de agua limpia, sosegada y fresca.
Quizá
sólo una cosa:
¡La
paternal sonrisa del Dios que nos espera!
Josefina
Buitrago Serrano
“Nació de una Madre”
Ese
“ser” se olvido, nació de una madre.
un
vientre cálido que coloreo su carne aún tan frágil,
el
vientre que acolchó su cráneo, para que pudiese crear,
y
nutrió de sangre, todo su ser.
Ingratamente
a lo recibido, vomita
Lanza
palabras hirientes de terrorista verbal;
Teje
su red de tarántula, echando el día a pique.
Azarosamente aparecen unas nuevas alas,
Azarosamente aparecen unas nuevas alas,
parecen
conjugar bien con esa tela de maldad,
entramada
de brillos mortales;
No
temas mariposa de nuevas alas, no es el futuro,
son
trozos de hielo que se vislumbran implacables,
derritiéndose
en esperanza, con el calor de tu sueño en movimiento
Ese
día que echaste a pique, te conjura:
los
sollozos rotos por el graznido engullan tu estomago.
Cuando
brinques contra las alas, tus articulaciones se hagan añicos.
Sirvan
de ceguera a tus ojos, la sometida luz de la libertad
y
el miedo miserable que imprimes al alma paralice tu respiración.
Juan
Manuel Villar Camacho
Paisajes
Desde La Ventana
Sentaos,
con humilde integridad,
Criaturas
de mirada
Penetrantes
Seres
del mismo lado del espejo humano
Allá
en la ventana, espera la vida.
Despreciables
ególatras
Supremacistas,
querrán que no lo veáis.
Diablos
de este mundo
Que
sólo se imponen a la sinrazón
Con
la excusa cobarde
De
la selección natural,
Y
es que no saben,
Que
allá en la ventana, espera la vida.
Y
que en las altas esferas
Se
llenen de vuestra buena.
Y
que se calmen océanos
Tempestuosos
Bajo
vuestra llegada,
Que
ya es necesaria.
Fervientes
sed que la palabra tradición,
Sea
más significante que la que significa
Explotación.
Que
estás palabras llenen el hueco
Y
el lugar de nuestra civilización.
Aves
capaces de todo,
Levantad
el vuelo
Del
yugo que os ata,
Que
sea el fruto
De
un pueblo que ama.
Que
se inunde su ventana de palabra arcana
Donde
escondida y cautiva, espera la vida.
Diose
la potestad de la creadora
Como
la cigüeña que anida
En
las abandonadas columnas de la historia,
Que
un día fue hogar…
Tentativas
del piélago
Cual
fluyen sus afluentes dulces
Con
dolor y con esfuerzo,
La
pena se agrieta en la prosperidad futura de la semblanza.
Sed
sin pulcritud lo que desea
La
sonrisa tersa arengada
Que
aparezca en el rostro del rastro
De
lo que dure la vida dormitada,
Hasta
que lo grande se haga madre,
Sentid
y reíd,
Y
que no seamos aquellos que os privan
Aquellos
que os quitan o gritan la sonrisa,
Sino
los que os vivan y viertan la libertad en ambos.
Que
aún parece cerrada
La
ventana al bajel olvidado
Y
aún se queda callada
La
llave en su candado,
Teniendo
ahí las puertas, talladas
Doradas
de cenefas coloridas
Aún,
luchando, forzadas
Y
ante un disparo heridas
Ante
lo que fue en la ventana,
Donde
espera…
La
vida.
Juan
José González Soriano
A
Ti Hombre
A
ti hombre
Te
hablo a ti, hombre
El
que con las mismas manos
Creas,
pintas
Esculpes,
escribes y matas.
A
ti hombre
El
mismo que sabe dar vida
Y
maltrata.
A
ti hombre
El
que sabe amar y odiar
Me
resisto a perderte la confianza
Aún
quiero creer en ti
Pero
que difícil me lo pones
Cuando
maltratas.
A
ti hombre
Que
te han entregado
Un
mundo en tus manos
Que
tienes el poder de dar vida
Que
tienes el poder de quitarla.
Quiero
creer en ti
Pero
no puedo
Me
niegas una y otra vez
Cuando
maltratas.
Te
hablo a ti, hombre
El
que con las mismas manos
Creas,
pintas
Esculpes,
escribes y matas.
Escúchame,
mírame
Quien
te dijo al venir al mundo
Que
era para destruirlo.
Escucha,
te hablo a ti hombre
Quien
te dijo que después de ti
No
quedaba nada.
Pues
que sepas, que después de ti
Quedarán
los que han parido
Las
mujeres que maltratas.
Te
hablo a ti, ¡hombre!
Claudia
I. Sánchez Pérez.
Los
Ruegos De La Flor
Respeta
mi reflexión
mi
silencio
mi
vitalidad.
No
me agredas
con
tu voz guía
ni
con tus falaces evidencias.
No
fuerces mis hojas delicadas
No
me desvíes las ramas a tu capricho
Pódame
sólo los tallos necrosados
No
me rompas las yemas.
¡Ay
de mis raíces!
No
las remuevas con tu rastrillo punzante.
Mima
mi tronco
Acepta
mi libertad
Acaricia
mis pétalos
Y
goza de mis flores.
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